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viernes, 22 de mayo de 2009

La cuestión de los jóvenes


Antonio Gramsci

Existen muchas "cuestiones" de los jóvenes. Dos me parecen de especial importancia: 1) La generación "vieja" cumple siempre la educación de los "jóvenes"; habrá conflicto, discordia, etc., pero se trata de fenómenos superficiales, inherentes a toda obra educativa y de contención, a menos que se trate de interferencias de clase, es decir, que los "jóvenes" (o una parte sustancial de ellos) de la clase dirigente (entendida en el sentido más amplio, no sólo económico, sino también político-moral) se rebelen y pasen a la clase progresiva, que se ha hecho históricamente capaz de tomar el poder; pero en este caso se trata de "jóvenes" que pasan de la dirección de los "viejos" de una clase a la dirección por los "viejos" de otra clase: en cualquier caso se mantiene la subordinación real de los "jóvenes" a los "viejos" como generación, aunque con las diferencias de temperamento y de vivacidad antes aludidas.

2) Cuando el fenómeno toma un carácter al que suele llamarse "nacional", o sea, cuando no aparece abiertamente la interferencia de clase, la cuestión se complica y se hace caótica. Los "jóvenes" se encuentran en estado de rebelión permanente, porque persisten las causas profundas de la misma sin que estén permitidos el análisis, la crítica y la superación (no conceptual y abstracta, sino histórica y real); los "viejos" dominan de hecho, pero... après moi le déluge *, no consiguen educar a los jóvenes, prepararlos para la sucesión. ¿Por qué? Esa situación significa que están dadas todas las condiciones para que los "viejos" de otra clase tengan que dirigir a esos jóvenes, sin que puedan hacerlo, por razones extrínsecas, de represión político-militar. La lucha, cuyas expresiones externas normales son sofocadas, se agarra entonces como una gangrena disolvente a la estructura de la vieja clase, debilitándola y pudriéndola, asume formas morbosas, de misticismo, de sensualismo, de indiferencia moral, de degeneraciones patológicas físicas y psíquicas, etc. La vieja estructura no contiene ni consigue dar satisfacción a las exigencias nuevas. El paro permanente o semipermanente de los
llamados intelectuales es uno de los fenómenos típicos de esa insuficiencia, la cual toma un áspero carácter para los más jóvenes, puesto que no deja "horizontes abiertos". Por otra parte, esta situación conduce a los "cuadros cerrados" de carácter feudal-militar, o sea, va agriando ella misma los problemas que no es capaz de resolver. (C. XVI; I.C. 43.)

* después de mí el diluvio

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