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viernes, 25 de noviembre de 2011

Se graduará en Venezuela la primera promoción de médicos comunitarios con valores humanistas

Gerardo Szalkowicz Kaos en la Red

Ellos se incorporarán al sistema público de salud gracias a la reforma de la Ley del Ejercicio de la Medicina, sancionada el jueves pasado en el Parlamento.

Hacia fines de los años 90, la salud pública venezolana se encontraba en estado crítico. De los 35.000 médicos existentes, más de la mitad trabajaba en el sector privado y el resto se dividía entre tiempo completo y medio tiempo en el sector público. Cuando el gobierno bolivariano empieza a orientar su mirada en el ejemplo de Cuba (país con una de las más bajas tasas de mortalidad infantil y mayor expectativa de vida), la tendencia privatizadora y excluyente comienza a revertirse.

En 2003, Venezuela y Cuba suscriben el acuerdo de cooperación técnica que da lugar al impulso de la Misión Barrio Adentro, mediante la cual, con la ayuda de las y los médicos cubanos, se abren centros de atención primaria hasta en el último recoveco del país.

Dos años después, el 21 de agosto de 2005, Hugo Chávez y Fidel Castro suscriben un nuevo convenio en materia de salud bautizado “Compromiso de Sandino”. Así nace el Programa Nacional de Formación en Medicina Integral Comunitaria, cuya malla curricular, tras dos años de evaluación, es aprobada en 2007 por el Consejo Nacional de Universidades.

El programa plantea como elemento sustancial un cambio en el concepto de la medicina. Así lo explica Antonio Torres, coordinador nacional del programa por el Ministerio de Educación Universitaria: “Lo que guió al equipo docente encargado de diseñar el programa fue un criterio histórico y pedagógico que reclamaba transformar la formación academicista tradicional, sustituir el modelo de medicina capitalista por uno sustentado en el humanismo; un sistema de salud solidario, incluyente, acorde a la sociedad que queremos, participativa, igualitaria, libertaria”.

“En la medicina tradicional –sigue Torres- lo que importa es la especialización, es lograr tener un consultorio privado o trabajar en una clínica. En la visión comunitaria y humanista de la medicina, lo importante es la atención primaria”.

De ahí el principal contraste en las currículas: el programa lleva el nombre de comunitario porque las y los estudiantes salen a trabajar en las comunidades desde el comienzo de la carrera.

Reacción

A la par que comenzó a debatirse, semanas atrás, en la Asamblea Nacional (el órgano parlamentario unicameral) el proyecto de reforma de ley – que equipara a los médicos comunitarios con el resto de los profesionales –, se dio inicio a una campaña de satanización y desprestigio a los futuros egresados. Las corporaciones médicas y los viejos gremios impulsaron esta arremetida a través de los medios de comunicación privados, pero asentándose en argumentos poco sólidos.

Entre los detractores de la Medicina Integral Comunitaria se destacó el presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas León Natera, quien acusó que “los médicos comunitarios no cumplen con los requisitos mínimos de la práctica médica porque se gradúan en sólo tres años”.

La realidad es que el plan de estudio es de seis años y medio de duración, durante los cuales los estudiantes cumplen 14 mil horas presenciales y prácticas, casi el doble de las 8.500 que cursan los estudiantes de medicina tradicional.

Para Torres, “lo que subyace es una profunda tendencia a la exclusión y el desprestigio de un programa regido por las mismas materias científico-técnicas pero que tiene una vocación humanista que atraviesa a todas ellas”.

El viceministro para el Área Social, Héctor Rodríguez, apuntó al trasfondo de la embestida de la derecha venezolana: “Indudablemente, la llegada de los médicos integrales infringe temor en el sistema capitalista de la salud: la burguesía teme que le tumben el negocio”.

La aprobación de la reforma de 29 artículos de la ley abrió el camino para que los médicos integrales comunitarios se incorporen próximamente al sistema público de salud. De los 28.000 que están en formación, en seis universidades del país, 8.250 se graduarán el mes próximo. Unos 2.000 serán asignados a la red hospitalaria rural y el resto ejercerá de manera rotativa en diferentes hospitales y centros asistenciales del país.

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