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lunes, 12 de diciembre de 2011

El Imperialismo contra los Pueblos (Agresión Política)

Por Luis R Delgado J

En el orden político, el proceso más relevante que ha caracterizado la ofensiva capitalista en las últimas décadas, son las redefiniciones que ha venido sufriendo el Estado, cambios sustanciales que han sido más de forma que de contenido. Al igual que el conjunto del sistema capitalista, el Estado burgués ha entrado a una nueva fase, funcional a las nuevas formas de acumulación del capital, a las directrices neoliberales.

Lo anterior es pertinente decirlo porque muchos estudiosos han exagerado la profundidad de tendencias como el desmoronamiento de los Estados-Nacionales, cuando lo que se han dado es reestructuraciones en su funcionamiento.

Veamos algunos elementos: el Estado en tanto estructura clasista destinada a proteger e impulsar la reproducción ampliada del capital, se mantiene incólume. Procesos como la mundialización sin precedentes de capitales no se ha hecho contra los estados, por el contrario, dicha internacionalización ha sido apuntalada por los estados, sobre todo por los estados imperialistas. En este orden de ideas, Vasapollo… (2004) nos explica lo siguiente:

"El poder del Estado imperial se extiende a las Instituciones Financieras Internacionales (IFI), como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (WB), el Banco Asiático (AB), la Organización Mundial del Comercio (WTO), etc. Los Estados imperiales proveen la mayoría de los fondos, nombran a los líderes de las IFI, y les consideran responsables para promover acciones políticas que favorezcan a las empresas multinacionales (MNC) de sus respectivos países. Los defensores de la tesis de un mundo sin naciones, o los teóricos de la globalización (GT), no llegan a comprender que las IFI no son una nueva o más alta forma de gobierno superadora del Estado-nación, no comprenden que ellas son instituciones que obtienen su poder de los Estados imperiales" (p. 24).

El Estado sigue siendo un actor económico esencial, ya que interviene para afianzar el sano desenvolvimiento del capitalismo, a través de: a) políticas fiscales y presupuestarias; b) políticas comerciales; c) intervenciones militares; d) financiamiento de buena parte de la investigación científica y la innovación tecnológica; e) la formación académica de la fuerza laboral; entre otras acciones.

Por otro lado, el profundo retroceso de los derechos sociales y políticos que han sido dirigidos por las políticas neoliberales en buena parte de los países del mundo, ha sido ejecutado por los estados. En este sentido, el Estado sigue siendo el aparato represivo por excelencia de las clases dominantes, ya que estos derechos han mermado en la medida que la clase trabajadora y su vanguardia han sido derrotadas por medio del uso de la represión sistemática.

Un hecho histórico muy ilustrativo, es que la dictadura chilena encabezada por Pinochet, fue la que implementó por primera vez a nivel mundial el recetario neoliberal, y esto lo hizo a costa del exterminio y encarcelamiento de la dirigencia y buena parte de la militancia de la Unidad Popular (socialistas, comunistas, etc.). Por lo tanto, y esto vale para todos los países donde se ha aplicado plenamente el paquete del FMI y el Banco Mundial, quien habla de un régimen neoliberal habla de un Estado poderoso que impone y pone en acto sus propias políticas (Vasapollo… 2004, p. 53).

Otro elemento importante en la reestructuración de los estados, es que el fenómeno de la disminución del gasto social, no es igual a un retroceso del gasto público. Por ejemplo, cada vez los estados gastan más dinero en potenciar las policías y otras políticas de control social. De hecho, el gasto público se ha incrementado en las últimas décadas, lo que sucedió es que la parte del gasto público que se transformaba en salario social (gasto social), ha sido desmontada progresivamente en algunos casos y absolutamente en otros, por las políticas neoliberales.

Hoy son tan importantes las inversiones públicas que hacen los Estados para fortalecer sus aparatos coercitivos y de control social, bajo el pretexto de lucha contra el terrorismo o contra el narcotráfico, que se viene hablando en las últimas décadas de la consolidación de un Estado policía o gendarme, como cancerbero de las inversiones de las corporaciones transnacionales y por consiguiente la acumulación ampliada de capitales.

En todo caso, la tesis de la extinción de los Estados-nacionales, ha sido una treta usada por los Estados más poderosos para atacar y disgregar la soberanía nacional de los Estado débiles, para invitarlos a subordinarse a las Instituciones Financieras Internacionales, desmontar sus barreras arancelarias, privatizar sus empresas y recursos naturales, desmontar sus ejércitos, entre otros. La fragmentación de algunos Estados contemporáneos, como Yugoslavia o la Unión Soviética, ha tenido como fin, crear pequeños estados, muy debilitados que facilitan el flujo de capitales y permite el asentamiento de bases del imperialismo.

Con respecto al ataque sistemático del imperialismo a los Estados insubordinados a la mundialización del capital, a la globalización neoliberal, es interesante esta información que nos brinda de Contreras Natera (2011):


"Los analistas del Institute for National Strategic Studies, dependiente del Pentagono, clasifican los Estados según su grado de aproximación a una tipología creada por el instituto. Estos son: Estados de núcleo (core states), Estados en vías de transición (transition estates), Estados canallas (rouge states), y Estados fracasados (failed states). La clasificación y calificación varía en función de las afinidades que presenten los Estados con respecto al modelo de Washington" (p. 262).

Para el imperialismo tanto los “Estados Canallas” (Irak, Siria, etc.) como los “Estados Fallidos” (Haití, algunos países del África subsahariana, etc.), son susceptibles de ser intervenidos militarmente para “proteger los derechos humanos”, “constituir regímenes democráticos”. Es decir, esta tipología se ha convertido en un argumento más para justificar la agresión a los pueblos. Hay en particular una política que da un marco legal a las “intervenciones humanitarias”: en estos momentos crece la monstruosa institucionalización de un tribunal político internacional comandado por el imperialismo para juzgar y condenar hasta a prisión perpetua a destacados defensores de sus pueblos y países (Cunhal 2006, p. 63).

Por lo tanto, si un Estado ha entrado en crisis, no es el Estado como tal, sino los Estados de bienestar, los Estados nacionalistas-desarrollistas, los Estados que intentaron construir socialismo durante el siglo XX, en fin, los Estados periféricos que ven cercenada cada vez más su soberanía.

Estas redefiniciones del Estado ha tenido entre sus objetivos fundamentales la ruptura del bloque social gobernante durante buena parte del siglo pasado, la destrucción de las alianzas clasistas y en particular del poder social construido y conquistado por la clase trabajadora. Por esta razón, algunos sectores burgueses y pequeñoburgueses locales, pero más aun la clase asalariada y el campesinado han sido atacados de manera radical por el poder del capital apuntalado por las políticas neoliberales.

En el caso de la clase trabajadora, la política de desregularización laboral, ha significado la persecución y destrucción parcial y total en algunos casos, de los derechos sindicales, del sindicalismo como forma organizativa. Ni hablar de los partidos clasistas del trabajo (socialistas o comunistas), los cuales vienen siendo ilegalizados en muchos países bajo el pretexto de la lucha antiterrorista, estamos hablando incluso de partidos cuya forma de lucha es exclusivamente electoral. Por ejemplo, en Europa Oriental es alarmante el nivel de criminalización del movimiento comunista, llegando incluso al extremo de equiparar los regímenes criminales nazi-fascistas con los gobiernos populares de la postguerra que reconstruyeron estos países de la ruina.

Hoy Estados burgueses tanto metropolitanos como periféricos, también han aplicado en menor o mayor medida -como resultado de campañas agresivas de criminalización de la lucha popular-, acciones de encarcelamiento y exterminio de la militancia anticapitalista. Los casos de Colombia y Filipinas son ejemplares por el grado de violencia que ha alcanzado el accionar de sus estados (patrocinados por las potencias), tienen record en asesinatos de dirigentes sindicales y políticos del movimiento obrero y campesino.

La Guerra contra el Terrorismo, es hoy el pretexto más usado para deslegitimar la lucha nacionalista y revolucionaria de los pueblos. No hay pueblo en el mundo que resista los embates del imperialismo y de las políticas neoliberales que no sea tildado de terrorista, aunque su forma de lucha sea pacífica.

Aunado a lo anterior, el contexto histórico que surge tras la contrarrevolución en la URSS, fue de desconcierto y desorientación en buena parte de las fuerzas de izquierda a nivel mundial. De hecho, muchas de estas fuerzas claudicaron y se pasaron al campo de la socialdemocracia, algunas incluso al campo de la derecha. Esta situación sin duda, marco un reflujo de las luchas populares en un primer momento, sobre todo en buena parte de la década de los 90.

En medio de este escenario, el pensamiento conservador, el posmodernismo, el nuevo programa socialdemócrata y planteamientos como la Tercera Vía, todos matizados por la impronta neoliberal, tuvieron las condiciones para expandirse como discursos legítimos, como argumentos irrefutables para la promoción de las tesis del Pensamiento Único o del Fin de la Historia. La Izquierda en muchos países se desarmó teóricamente y no pudo dar respuesta a las nuevas circunstancias planteadas. Solo a partir de finales de los años 90 empiezan a registrarse signos de recuperación del pensamiento progresista y revolucionario.

Sin duda lo anterior, facilitó la política neoliberal de desmontaje sistemático de las organizaciones del movimiento popular, sindicatos, partidos, movimiento estudiantil, movimiento feminista, entre otros. La o­nGización fue un proceso (un intento) de cooptación de los partidos y movimientos sociales, en función de intentar domesticarlos y hacerlos más inocuos e inofensivos frente al status quo.

Uno de los elementos más perniciosos de la ofensiva neoliberal, ha sido la profunda campaña de despolitización de las masas que ha implicado un progresivo aumento de la apatía y de fenómenos como el abstencionismo, la tendencia de los ciudadanos a retirarse de la vida política... es una de las tendencias más perturbadoras de las democracias liberales contemporáneas (Callinicos 2003, p.156). Esto es producto que las democracias restringidas (burguesas) brindan poco espacio de participación a la ciudadanía.

Bibliografía

CALLINICOS, Alex (2003) Un manifiesto anticapitalista. Crítica. Barcelona-España. 188 pág.

CONTRERAS NATERA, Miguel Ángel (2011) Una geopolítica del espíritu, Leo Strauss: La filosofía política como retorno y el imperialismo estadounidense. CELARG. Caracas-Venezuela. 344 pág.

CUNHAL, Álvaro (2006) Las seis características fundamentales de un Partido Revolucionario; Revista Debate Abierto N 28. Caracas-Venezuela. Pág. 56-74.

VASAPOLLO, Luciano; PETRAS, James; CASADIO, Mauro (2004) Potencias en conflicto: La pugna por la hegemonía mundial. El Viejo Topo. España. 325 pág.

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