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viernes, 19 de noviembre de 2010

La educación debe ser un arma estratégica de resistencia a la opresión

Mireille Fanon Mendès France UJFP

Alocución pronunciada en el marco del Foro Mundial de la Educación en Palestina el 30 de octubre de 2010. Traducido para Rebelión por Caty R.

La educación debe ser un arma estratégica de resistencia a la opresión y el medio más eficaz para garantizar la liberación dirigida a la emancipación, porque sin educación existe un evidente riesgo de alienación en el sentido amplio que le daba Franz Fanon, es decir, que se nutre del retraso cultural deseado y organizado por las fuerzas que tienen interés en que continúe la dominación.

En el contexto actual la educación que se espera es la de la resignación, mientras que con la educación deberían construirse los pensamientos activos y sobre todo los que asumen el riesgo de pensar y no tienen miedo a seguir «una línea de brujas», como señalaba Gilles Deleuze.

Eso es lo que comprendieron con claridad aquéllos que combatieron por la resistencia armada y política en todas las luchas de liberación y erigieron como prioridad la educación de los pueblos. De Vietnam a Argelia, la alfabetización y la generalización de la enseñanza fueron reconocidas muy rápidamente como dimensiones fundadoras de la resistencia a la opresión.

Así el pueblo palestino, que figura entre los pueblos más alfabetizados y educados, no ignora la importancia decisiva de la formación, sobre todo frente a un colonialismo que, bajo sus formas clásicas, prácticamente ha desaparecido de la faz de la tierra excepto en Palestina.

Esta ocupación-colonización que ha percibido con claridad los peligros de un pueblo palestino educado, regularmente intenta deslegitimar la educación que se dispensa en Palestina. Para los amos de la ocupación-colonización, ayer como hoy, las estrategias de la dominación se basan en el mantenimiento de amplios sectores de los pueblos en la ignorancia y el oscurantismo. Y si eso no es suficiente, basta entonces con deslegitimar la educación que dispensa el ministerio palestino de Educación. El objetivo es negar a los palestinos que puedan servirse de las mismas referencias que utilizan los demás. Para el Estado israelí el «ellos, los palestinos» sólo sirve para que exista el «nosotros, los israelíes». Se trata en primer lugar de «naturalizar» las diferencias culturales, que consiste, ni más ni menos, que en un enfoque basado en las ideologías racistas modernas.

La «desculturización» y la ignorancia permiten a los teóricos de la dominación justificar la esclavitud y el despojo borrando la memoria de los pueblos y prohibiendo la transmisión de la historia y su conocimiento. Permítanme una vez más citar a Franz Fanon: «Al pueblo colonizado se le presenta ideológicamente como un pueblo detenido en su evolución, impermeable a la razón, incapaz de dirigir sus propios asuntos y que exige la presencia permanente de una dirección.

Se transforma la historia de los pueblos en agitaciones sin significado y debido a eso se da la impresión de que para esos pueblos la historia humana empezó con la llegada de los valerosos colonos». Éste es exactamente el contenido del tristemente célebre discurso pronunciado en la universidad de Dakar en enero de 2007 por el presidente Sarkozy. Para este portavoz del neocolonialismo el hombre africano, presentado de una forma tan despreciable como insultante, es un hombre detenido en el camino de una Historia en la que no quiere o no puede entrar.

Por lo tanto la educación también es un medio de emancipación de las conciencias que se liberan de la esclavitud de la voluntad de servilismo y del olvido impuesto por la cosificación de la memoria, y se convierte así en un objetivo político primordial que justifica por sí mismo el imperativo de la formación y su generalización.

El discurso «histórico» de los amos liberales del mundo no es sólo la expresión de su desprecio y su ignorancia, con muchas connotaciones ideológicas, sino que además tiene una vocación clara: la de mantener el nuevo despliegue, en sus formas actualizadas, de la dominación y por lo tanto de la fábrica de la marginación y la exclusión por las denominadas razones de seguridad.

Las nuevas formas de explotación y dominación facilitadas –o posibilitadas- por el hundimiento del socialismo burocrático a finales de los años ochenta pretenden la validez única del modelo ultraliberal y de la suprema eficacia del mercado que no puede sobrevivir sin el apoyo militar para vivir en un denominado «More safe World» (mundo más seguro), como dijo acertadamente el ex secretario general de las Naciones Unidas.

El credo de los evangelistas del mercado consiste esencialmente en la supremacía de la ley de la selva donde sólo los más fuertes pueden dirigir el mundo; para hacerlo el papel del Estado debe reducirse al mínimo. En ese esquema el papel social del Estado se reduce a la mínima expresión, todas las actividades se convierten en mercancías, y la educación es uno de los objetivos prioritarios.

Las teorías ultraliberales, propagadas por el FMI y aplicadas bajo su supervisión meticulosa gracias a las crisis de la deuda, han afectado a numerosos países del Sur. Las «condiciones» de los programas de ajuste estructural consisten en imponer privatizaciones, desregulaciones y sombríos recortes en los gastos sociales, la educación y la sanidad en primer lugar. Las consecuencias de esta política criminal son devastadoras en los países ya muy retrasados en los planos económico y sociocultural. En África, continente mártir también a este respecto, el analfabetismo masivo bloquea el desarrollo y debilita gravemente a las sociedades frente a las élites muy poco numerosas. Sólo quienes pueden pagar una educación privada pueden esperar un futuro menos sombrío, los demás quedan a merced de los charlatanes y las sectas religiosas... Los pueblos sin formación son los más vulnerables a todas las manipulaciones. Las recetas del FMI aplicadas sistemáticamente, por ejemplo en Haití, hacen que la población de ese país, que ha producido intelectuales muy brillantes, sea analfabeta al 85%: de 1.000 niños que entran en el ciclo escolar, sólo el 1,7% llega a la universidad. Este monstruoso desastre explica en gran parte el drama interminable de ese país.

Frente a las actuaciones de los gendarmes del liberalismo, es imprescindible la movilización de todos. Aunque la formación y la educación no bastan para emancipar a los pueblos son los preliminares de una auténtica liberación, Todavía es necesario que la educación encuentre sus raíces en la cultura y la historia del país y se base en principios éticos y políticos claramente definidos. El colonialismo, que sólo ha formado a los que necesitaba para mantener y perpetuar su dominación, inspira a los que en la actualidad intentan formar a las élites contra los pueblos. La educación para el pueblo y al servicio de todos es la respuesta a esas maniobras. La exigencia de una educación obligatoria, generalizada, masiva y al alcance de todos es el requisito previo absoluto para la construcción de una sociedad más justa y más humana.
Fuente: http://www.ujfp.org/modules/news/article.php?storyid=824

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