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domingo, 18 de abril de 2010

Joanna, una Rebelde con Causa...


Por Leticia Martínez Hernández (Enviada especial) Revista Mujeres

Joanna es incansable. Quien rápido la observa puede llevarse una idea equivocada de esta muchacha, al parecer frágil... Dicen en el hospital de campaña de Croix des Bouquet que no se está un segundo quieta. Cuando no tiene un paciente que atender es fácil verla con un pico abriendo el surco por donde pasará el agua si llueve. Cuentan, también, que no anda con miramientos para cargar un racimo de plátanos cuando regresan del mercado. Y si no fuera por la bandera norteamericana que ella colgó a la entrada de su casa de campaña, cualquiera pensaría que es una cubana más, una latinoamericana más...

Es que Joanna Mae lleva a Cuba en el corazón desde que supo de sus médicos. Esta muchacha solo tiene 26 años pero desde los 19 decidió echar suerte con los que nada tienen. Sus pasos la han llevado a lugares tan distantes como Puerto Rico, Tanzania, Nicaragua, Nueva Orleans, México, Costa Rica, Perú, Haití... Sabe que una mano para aliviar hace falta en cualquier rincón, por eso no duda en extender la suya.

¿Cómo llegaste a Haití?

"Estaba terminando el primer semestre del tercer año en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM). Esa noche del 12 de enero vi el desastre por la televisión. Me dolió mucho. Fue como si estuviera pasando dentro de mí, no pude ignorar lo que sucedía. Sabía que debía continuar mi carrera, pero en mi corazón no había palabras, solo la certeza de que venía. Entonces pedí una licencia a mis profesores para trabajar aquí con los médicos cubanos. Ellos no sabían qué responderme, pero estaban orgullosos de mí. Recuerdo que recibí la aprobación un jueves y el sábado cogí un avión hacia República Dominicana. Luego crucé la frontera en un autobús, y llegué al hospital de campaña de Croix des Bouquet con un haitiano que me trajo en su moto. No tenía idea de cómo encontrar a los médicos cubanos, pero desde que trabajé con ellos en Perú supe que por la población podía ubicarlos. Fue una tremenda alegría encontrarme con la Brigada Henry Reeve.

¿Por qué viniste?

"Era un deber, también un honor trabajar con la Brigada. Era mi sueño, porque cuando estaba ayudando en Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina oí hablar de los médicos cubanos, que pedían ir a ayudar. Ahí me di cuenta de que yo quería estudiar medicina en Cuba. Recuerdo que todos en Nueva Orleans deseaban que los médicos cubanos llegaran, pero todos sabían también que no se lo iban a permitir. Fue una injusticia hacia los Estados Unidos, hacia la gente de Nueva Orleans. ¿Cómo es posible descartar el apoyo de otro país cuando tu gente está sufriendo? Los médicos cubanos tienen mucho éxito. En el hospital de campaña vemos a más de 500 pacientes diarios. Pero cuando salgo de aquí, la única pregunta que entra a mi cabeza, es dónde está el otro apoyo.


¿No te dio miedo cruzar la frontera en esos días tan difíciles?


"Cualquiera puede sentir temor, pero hay que aguantarlo. Cuando uno sabe que está haciendo algo por amor no puede haber miedos, pues estás haciendo lo que tienes que hacer. El miedo no te puede detener, si quieres ayudar. Ahora mismo mis padres sienten miedo por mí, pero sé que están orgullosos. Estoy convencida de que te puede pasar cualquier cosa en cualquier parte del mundo.

¿Qué dice tu familia de que estés aquí?

"Mi familia me conoce. Antes de decirle a mis padres que estaba planificando venir, mi mamá me escribió diciendo: yo sé que quieres ir, yo sé que tú vas, pero por favor termina la carrera. Y eso nunca ha salido de mi mente. Algunos me dicen que voy a perder un año, pero siento que estoy ganando un año de estudios. Voy a regresar a Cuba siendo mejor estudiante, mucho más fuerte".

¿Cómo te va la vida en campaña?

"Me siento cómoda. Estoy acostumbrada, pues he pasado muchos años de mi vida así. Si tengo un lugar para tirar el colchón estoy bien, si tengo un poco de arroz y frijoles estoy bien. Cuando llegué aquí me asombré de las condiciones del campamento, pues eran cien veces mejor de lo que esperaba. A cualquier lado del mundo donde voy, estoy lista para vivir como vive la gente. Si ellos duermen en la tierra, yo también lo hago, hasta que todos juntos podamos lograr algo mejor".

¿Ha sido Haití la misión más difícil?

No. Cuando las cosas se organizan y cada cual sabe lo que debe hacer, todo se alivia. La desorganización ha sido la mayor dificultad de las misiones en que he participado. Pero la Brigada Internacional Henry Reeve tiene todo definido, no sufren los dolores de cabeza de otras organizaciones. He trabajado con máquinas que no funcionan, pero a esta no le falta ni el aceite.

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