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lunes, 27 de abril de 2009

La juventud contra la explotación capitalista, por un empleo digno y con derechos


Luis R Delgado J

La sociedad mundial actual se inscribe en las relaciones sociales capitalistas de explotación, dominación y subordinación. Lo que se conoce como globalización es la internacionalización sin precedentes del Capital, no hay país del mundo que se encuentre hoy aislado de esta realidad, que beneficia a unas pocas naciones súper-industrializadas y condena a otras a la dependencia, el atraso y la miseria. Esto es lo que se conoce como el desarrollo desigual producto de la división internacional del trabajo, donde cada ves la mayor riqueza de unas naciones se traduce en el incremento de la pobreza de otras.

Hoy la contradicción social fundamental sigue siendo la misma descrita hace 160 años por Marx y Engels, la contradicción Capital-Trabajo, que se traduce en la socialización creciente de la producción de la riqueza frente a la apropiación privada de la misma. Esto se manifiesta de la siguiente manera; mientras la distribución de la población indica que en el mal llamado Tercer Mundo o naciones dependientes vive el 80 % de la población mundial y en las naciones altamente industrializadas vive el 14 % de la población mundial, en la escala de distribución de la producción de riqueza esta relación se invierte, mientras a los países periféricos le corresponde el 20 % a las naciones imperialistas les corresponde el 78 % de la distribución de la producción de la riqueza, esto a su vez se expresa en que mientras el PIB por habitante de los países ricos es de 28.400 dólares para los países pobres esta cifra es de 1.300 dólares.

Otras estadísticas nos revelan la ignominiosa situación que vive nuestro mundo producto de las desigualdades y las asimetrías: Hoy en día (Millet, Toussaint, 2005):

- El ingreso anual del 1% más rico de la población mundial equivale al del 57% más pobre del planeta;

- El ingreso del 5% de las personas más ricas del mundo es 114 veces superior al del 5% más pobre;

- Se calcula que 2.800 millones de personas viven con menos de 2 dólares diarios, de los cuales 1.200 millones sobreviven con menos de 1 dólar por día;

- Las 238 personas más ricas del mundo concentran una riqueza similar a los ingresos de las 2.300 millones de personas más pobres del planeta;

- El patrimonio de las 147 personas más ricas del mundo superaba para el 2002 el Billón de dólares;

- Las siete mayores fortunas del mundo poseían en conjunto más que el PIB total del grupo de los 49 países más pobres, donde viven 650 millones de personas;

- Unas 840 millones de personas sobreviven en la hambruna;

- Cada 3 segundos muere una persona de hambre. Al ritmo actual, serán necesarios 130 años para eliminar el hambre en el mundo;

- Diariamente mueren en el mundo 30 mil niños por enfermedades curables;

- En el Tercer Mundo 1 de cada cuatro niños no recibe las vacunas básicas, es por eso que 1 de cada 6 niños muere antes de los 5 años de edad;

- 2 mil millones no tienen acceso a la electricidad;

- 40% de la población mundial no posee condiciones sanitarias básicas;

- 1100 millones de personas no tienen fuentes seguras de agua potable, de ellos, cinco millones, sobre todo niños y niñas, mueren cada año por enfermedades relacionadas a este problema.

Estas son sólo algunas de las perniciosas consecuencias que ha traído el desarrollo del capitalismo imperialista, fundamentalmente con la aplicación de las criminales políticas neoliberales que han arroyado a pueblos enteros en las últimas décadas, produciendo deudas externas infinitas, aparatos productivos totalmente destruidos, deterioro y disminución creciente del gasto social (salud, educación, vivienda, servicios básicos, etc.), desastres ambientales, precariedad laboral y desempleo crónico, entre otros efectos negativos.

En este sentido el capitalismo para asegurar su proceso constante de acumulación ampliada, debe elevar permanentemente sus índices de extracción de plusvalía, por dos vías, elevando los niveles de extracción de plusvalía absoluta y por medio de la explotación de la plusvalía relativa. La primera consiste en intensificar gradualmente la productividad del trabajo, aumentando el tiempo de trabajo, para esto en los últimos años se han aplicado políticas de desregularización laboral, que implican un retroceso de la sindicalización y otras conquistas logradas por la clase obrera durante el siglo pasado. La segunda vía consiste en la aplicación de grandes avances tecnológicos para elevar exponencialmente la productividad del trabajo, sin embargo este hecho que debería ser liberador, por el contrario eleva los niveles de explotación de la clase obrera, porque lo que antes producía en un tiempo determinado ahora lo produce en mucho menor tiempo, pero la jornada laboral sigue siendo la misma.

Estos fenómenos afectan con mucha fuerza a la juventud en general, la cual desde temprano debe enfrentarse a condiciones difíciles de trabajo o al desempleo permanente.

Esta vulnerabilidad de la juventud hace que sea presa apetecible para la burguesía explotadora. Por lo cual es alarmante la presencia de trabajo infantil esclavo y semi-esclavo en varias zonas del planeta, en maquilas, minas o cultivos. Son preocupantes los índices de explotación que sufren los y las jóvenes en las franquicias de servicios y otras empresas de trabajo temporal, en las cuales se prohíbe la sindicalización y no brindan la menor seguridad social. Es negativa la situación de los jóvenes al acceder al primer empleo. Son enormes los niveles de desempleo de la juventud en todo el mundo, ya que no se puede hablar que este es sólo un problema de los países pobres, ni siquiera los pocos jóvenes que logran el título universitario están a salvo de esta realidad estructural, que promueve el capitalismo para mantener bajos los salarios. Fenómenos como la fuga de cerebros de los países pobres a los países ricos son fenómenos correlacionados.

Por esta razón la juventud en todo el mundo debe alzar su voz contra la barbarie capitalista que los condena a la explotación más ruin.

Los y las jóvenes deben luchar por la conquista de empleos dignos que destierren las prácticas atrasadas y anacrónicas del trabajo esclavo, semi-esclavo y servil. La juventud debe luchar por la reconquista de los derechos laborales logrados por la clase obrera en los últimos 150 años, como son el derecho a organizarse sindicalmente, el derecho a una seguridad social, por esta razón debe oponerse a los regimenes de empleo ofrecidos por las empresas de trabajo temporal y las franquicias. Los y las jóvenes deben poder desarrollarse en el ámbito que ellos escojan profesionalmente, sin tener que pasar por la amarga experiencia de colgar el título o abandonar sus países en la búsqueda de un empleo acorde a su preparación.

El reto que se presenta para los y las jóvenes es que muchas de estas exigencias son cuesta arriba mientras sigan existiendo las relaciones sociales capitalistas de explotación, dominación y subordinación, por lo cual es imperativo la construcción del horizonte revolucionario, que permita la construcción de otro mundo posible y necesario, como lo es el Socialismo.

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