Movimiento manitos blancas: directo pal` basurero
Por Luis R Delgado J
Hoy si algo ha demostrado el triunfo de la enmienda constitucional, es que los (as) jóvenes venezolanos están a favor de los cambios históricos registrados durante los últimos 10 años.
Ciertamente a partir de 2007 la oposición ha logrado movilizar algunos sectores juveniles burgueses y pequeño burgueses a través de la importación de experiencias de subversión llevadas a cabo en Europa Oriental (las hoy famosas revoluciones de colores), sin embargo, su número es mucho menor que la juventud que en los barrios, en el campo, en las fábricas, apoyan la Revolución Bolivariana.
Ningún joven del barrio, del campo o de la urbanización popular se cala las actitudes sifrinoides y amaneradas del movimiento estudiantil burgués. La juventud de los sectores populares desprecia todo lo que huela a elitesco.
El error de la oposición, ha sido nuevamente por su ceguera histórica y su falta de eficacia, tratar de importar un modelo de movilización política que si bien rindió frutos en algunas repúblicas exsoviéticas aquí no servirán de nada, porque las condiciones políticas y sociales venezolanas son completamente distintas al contexto histórico vivido en Serbia, Ucrania o Georgia en los últimos 15 años.
Un primer elemento a resaltar, es que ninguno de esos gobiernos derribados por las supuestas revoluciones “no violentas” eran de izquierda o revolucionarios, por el contrario eran gobiernos de derecha que se encargaron de desmontar todas las conquistas sociales que el Estado Socialista brindaba a la sociedad. Eran gobiernos antipopulares, que en el mejor de los casos trataron de mantener unas posiciones relativamente soberanas frente a Estados Unidos, o alianzas de importancia con la Rusia capitalista, lo cual desencadenó su caída porque no siguieron el recetario de la dominación gringa en un 100% (entre otras cosas eran reacios a integrarse en la OTAN).
Hay que resaltar que el carácter antipopular de estos gobiernos, se expresaba en las pocas libertades democráticas que brindaban a sus pueblos, eso sin contar que eran regimenes profundamente corruptos e indolentes frente a una miseria creciente en sus países, es decir, todo un escenario propicio para que cualquier expresión crítica y de rebeldía, se transformase en una movilización de masas que ayudada con una cobertura mediática, conquistara la suficiente legitimidad para derribar a esos desgatados gobiernos.
Una prueba de lo anterior, es que en el caso de Bielorrusia los intentos de aplicarle una revolución de colores (azul) han fracasado, debido a que el gobierno de Alexandre Lukachenko cuenta con una potente legitimidad social, porque ha mantenido buena parte de los programas sociales que existían en la URSS, eso sin contar que es el único país en la región que garantiza el pleno empleo.
Por lo tanto tratar de importar esos modelos de movimientos estudiantiles servirá de muy poco, porque en Venezuela las libertades ciudadanas son excepcionales, el gobierno cuenta con una legitimidad social enorme después de una década, las políticas en materia de derechos de la juventud son exitosas (aunque hace falta reforzar políticas en materia cultural y comunicacional), nuestro país cuenta con un gran respaldo internacional y ha logrado contener la ofensiva permanente del terrorismo mediático.
El movimiento de las manitos blancas está condenado al eterno fracaso. Al igual que otros experimentos antes aplicados por la oposición fascista para tratar de derribar la Revolución Bolivariana, el movimiento Otpor tropical se dirige de forma inexorable al basurero de la historia, donde lo esperan los partidos del pacto de punto fijo, la CTV, FEDECAMARAS, la meritocracia, mujeres por Venezuela entre otros actores desechados y deslegitimados por nuestro pueblo.
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