79 años y siempre joven
Por: Italo Sánchez
El tiempo pasa, pero los ideales juveniles se mantienen firmes, frescos y lozanos. Y no sólo los ideales, sino también la capacidad de lucha, de entrega, de sacrificio y de consecuencia revolucionaria. La rebeldía eterna de esos miles de jóvenes que encontraron en la militancia juvenil en la Juventud Comunista Peruana “la libertad que no tiene el solitario”. Y de quienes aprendieron en la dura, heroica y apasionada militancia a soñar y luchar; porque la jota nos entregó algo que nunca podremos negar, nos dio la posibilidad de ver en nuestros años juveniles “la claridad del mundo, y la posibilidad de la alegria”.
Nos dió el derecho a soñar en un mundo mejor. Y sobre todo, nos dio la enorme responsabilidad de luchar por conquistar “el pan y la rosa”. Y nos entregó la fortaleza que el espíritu necesita para no flaquear en los momentos difíciles y mantener siempre viva la llama de la revolución socialista.
79 años y los “jotosos” siguen empujando con optimismo y tenacidad la rueda de la historia. La Juventud Comunista Peruana es un pasado que vive en el presente y que lucha por conquistar el futuro. Un pasado que viene con la inmensa figura proletaria de Isidoro Gamarra Ramírez, el primer Secretario General de la Juventud Comunista Peruana. Un pasado que nos recuerda que la JCP surgió íntimamente vinculado al movimiento obrero, que somos parte de él y que luchamos por “romper las cadenas” de la opresión capitalista. Un pasado que nos habla de esos heroicos jóvenes que forjaron el “grupo rojo vanguardia” y que sembraron la semila de la unidad indisoluble entre las fuerzas de la cultura y las fuerzas del trabajo y en donde crece “la rectitud que necesita el árbol” y que nos habla del hombre nuevo, no como un ideal utópico, sino como una posibilidad real, como una simbiosis de lo mejor que la humanidad ha creado, y que en la militancia en las filas de la Juventud Comunista Peruana es el norte inequívoco a seguir. Es la mejor manera de fundir la palabra con la acción.
79 años y una historia que nadie podrá borrar, porque está escrito con la sangre pura de jóvenes comunistas que dieron lo mejor de su existencia por los ideales revolucionarios. Es la sangre de Helmo Gómez Lucich, jóven comunista que cayó abatido en Bogotá en 1954; de Vicente Medrano, comunista cusqueño, dirigente obrero muerto en el penal de El Sepa en 1966; de Gregorio Sánchez Camargo asesinado por las fuerzas represivas durante el paro nacional de la CGTP del 27 de setiembre de 1983; de Crista Rubila Férnandez asesinada vilmente en Huanta en 1984; de Robinson Mori Silva, comunista huachano asesinado en 1987; de Santos Huamaní Caballa, militante huancaino muerto en 1986; es la sangre de Jorge Mungia, dirigente nacional de la JCP asesinado cruelmente el 18 de mayo 1988.
79 años y la lucha continúa con una nueva generación de dirigentes juveniles que han asumido las enormes responsabilidades de dar continuidad a la labor desarrollada por varias generaciones de jóvenes comunistas; que saben, entienden y comprenden que esta nueva generación de militantes de la JCP tiene que ser “adulta y creadora”; que tienen la confianza plena del Partido, un Partido que ha entendido finalmente que la Juventud Comunista Peruana no puede ser vista como “una organización auxiliar”, un Partido que ha tenido la vitalidad suficiente para promover en su último congreso a un importante contingente de jóvenes comunistas como miembros del Comité Central de nuestro Partido. Un Partido que sabe que quién tiene a la juventud a su lado, tiene garantizado el futuro.
79 años de la Juventud Comunista Peruana y una tarea por cumplir: hacer la revolución.
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