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lunes, 19 de septiembre de 2011

Los jóvenes, precarios a jornada completa

Wawrzyniec Smoczyński presseurop

La juventud polaca actual es la primera generación "harta". Según el informe gubernamental "Młodzi 2011" ("Los jóvenes 2011"), los polacos de entre 15 y 34 años se parecen a sus compañeros de Europa occidental: hedonistas, fervientes consumidores, se muestran más bien distantes de la institución del matrimonio, cultivan su individualismo, pero quieren ser útiles para la colectividad.

Aunque siguen considerando el trabajo como la base del éxito y de su felicidad en el futuro, cada vez les resulta más difícil encontrar uno. Los polacos de entre 18 y 34 años representan más de la mitad de los parados registrados, y la tasa de paro en su franja de edad dobla la de la media nacional de 11,7% (según datos de julio de 2011).

Esto sucede en un contexto social de alto riesgo, como lo avala el ejemplo de Europa Occidental, regularmente marcada por las explosiones de cólera de sus jóvenes desde hace algunos años. El extrarradio de París en llamas, las batallas campales en las calles del centro de Atenas, las manifestaciones masivas de Madrid y, más recientemente, los motines de Londres, son muestras evidentes de una crisis social.

Un futuro incierto

Los jóvenes son las víctimas principales de la crisis económica. Actualmente, el 20,4% de los europeos entre los 15 y los 24 años buscando empleo no lo consigue; alrededor de un tercio más que en 2008. Esta tasa, sin embargo, representa únicamente la media europea, y se enmascaran así las disparidades entre los países que alcanzan porcentajes tan preocupantes como los de España, con un 42% de jóvenes sin empleo; el 30% de los países bálticos, Grecia o Eslovaquia; así como el 20% de Polonia, Hungría Italia y Suecia.

Cuando los jóvenes acaban encontrando un empleo, muy rara vez es estable. Eslovenia y Polonia van a la cabeza en el número de trabajos temporales, porque el 60% de los empleados con menos de 25 años lo hacen con ese tipo de contrato. La situación tampoco es mucho mejor en Francia, Alemania, Suecia, España o Portugal, donde ese porcentaje supera el 50%.

Otro fenómeno muy extendido en España, Francia y Portugal es la infrarremuneración. Los españoles con edades comprendidas entre los 16 y los 19 años perciben únicamente el 45,5% del salario de un adulto, los que tienen entre 20 y 24 años, el 60,7%. Estos bajos salarios tienen una incidencia directa en el aumento del número de trabajadores pobres que, aunque con empleo, no pueden satisfacer sus necesidades. Los más numerosos están en Rumanía (17,9%) y en Grecia (13,8%), seguidos de los de España (11,4%), Letonia (11,1 %) y Polonia (11%).

Lo que une a todas estas personas es la incertidumbre ante el mañana, lque impide desarrollar cualquier proyecto, y los salarios tan mediocres que no permiten vivir decentemente. En latín, Precarius significa "obtenido por la vía de la oración". En la sociología actual, se refiere a una persona que se encuentra entre la prosperidad y la pobreza, desprovista de seguridad material y constantemente amenazada por el desmoronamiento de su estatus social.

Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva clase social mundial, afirma Guy Standing, profesor de seguridad económica en la Universidad de Bath y autor del libro "The Precariat: The New Dangerous Class" [“Los precarios, la nueva clase peligrosa”, 2011, todavía no traducido en castellano].

Un pacto con el diablo

Durante veinte años, los Gobiernos occidentales han conseguido ocultar cómo las clases medias eran cada vez más precarias. Estados Unidos y el Reino Unido subvencionaban los salarios más bajos a través del sistema fiscal. Dinamarca, Alemania y los Países Bajos orientaron su política social hacia un sistema de fomento del retorno a la vida activa, para aligerar a cualquier precio las estadísticas de paro.

En Francia, en Italia y en España, el Estado ayuda indirectamente a los jóvenes al pagar las pensiones de sus padres, que a su vez mantienen a sus hijos en paro. Los Gobiernos de los países desarrollados han firmado un pacto con el diablo. Este sistema no puede mantenerse eternamente. Y empieza a hacer agua.

La crisis financiera ha hecho que la amenaza de la quiebra de los Estados se cierna sobre Europa y los Gobiernos ya no pueden permitirse simplemente disimular que los precarios existen a base de ayudas financieras. Al mismo tiempo, la recesión de 2009 hizo que las cifras de paro se inflasen y ello ha conllevado una nueva oleada de precarización. El 97% de los empleos creados durante el año pasado en el Reino Unido son contratos de trabajo temporal. En Alemania, cerca de la mitad de los nuevos empleos son de duración determinada, sin olvidar los 7 millones de personas que tienen "minijobs" [mini-trabajos] que les reportan menos de 400 euros al mes. En Portugal, 300.000 personas tienen empleos a tiempo parcial. En Francia, el 20% de los estudiantes viven bajo el umbral de la pobreza.

Argumentos que favorecen a los extremistas

Según Guy Standing, los precarios europeos se dividen en tres grupos. El primero sería asimilable al lumpenproletariado industrial, es una minoría que a menudo se criminaliza, que tiende a la violencia, como la que se desencadenó hace varias semanas en las calles de Londres. El segundo grupo es el de los jóvenes instruidos, predispuestos a tener un trabajo, pero que, en la coyuntura actual, ya no saben cómo apañárselas, mientras continúan soñando con un mundo mejor. En mayo, estos jóvenes tomaron las calles de Madrid. Pero el más importante es el tercer grupo, constituido por trabajadores de más edad; con el paso de los años han perdido seguridad material y estatus social, se encuentran marginalizados y se lo imputan a los extranjeros.

Esta gente es una verdadera bendición para los partidos extremistas y un verdadero peligro para el modelo actual de sociedad, según advierte el economista. Si los precarios representan una amenaza para Europa, no será en forma de motines, aunque sin duda habrá cada vez más en los próximos años. El verdadero peligro está precisamente en el aumento de peso de los partidos populistas anti-inmigrantes y anti-europeos, apoyados por un número creciente de ciudadanos.

Los precarios de más edad apoyan a Marine Le Pen en Francia, a Geert Wilders en los Países Bajos, a los "Verdaderos Finlandeses" en Finlandia y a los "Demócratas de Suecia" en Suecia. Respecto a los precarios jóvenes, su eventual politización muy probablemente conducirá a una alianza con la extrema izquierda, con los movimientos anarquistas y neo-comunistas.

Esto no presagia nada positivo para Europa. Teniendo en cuenta la debilidad de los dirigentes europeos a la hora de hacer frente a la crisis económica, resulta complicado pensar que serán más operativos frente a la inminente crisis social. No se trata ya por tanto de los intereses nacionales, sino de intereses generacionales: los conflictos se dirimirán en el ámbito doméstico entre los jóvenes y los viejos. Hoy, las elites políticas envejecidas de Europa defienden sobre todo los intereses de su propia generación, lo que no hace sino agravar la frustración de los jóvenes parados.

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