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miércoles, 24 de marzo de 2010

Pedro Carvajalino Amaya, un barranquillero rebelde y soñador

Prensa Ministerio del Poder Popular para la Cultura

Un 12 de abril de 1983, llegó al mundo un joven cuyo destino ya estaba marcado. Su espíritu de liderazgo y estilo único, hacen de este barranquillero alguien peculiar. En la calle lo reconocen y le dan la mano, lo abrazan con palabras de ánimo y lucha. En las redes sociales del mundo virtual, la oposición lo insulta a su antojo. Lo que no saben, es que él lo disfruta… y mucho. Porque precisamente sacar de quicio a “la contra” es uno de sus pasatiempos favoritos, además de levantar polémica en internet a través de páginas como Twitter.

Pero más allá del personaje que hoy conocemos, ese mismo que ha colocado contra las cuerdas a los líderes de la derecha latinoamericana con micrófono en mano o cámara al hombro, Pedro es un muchacho como tantos otros rebeldes y soñadores, nacido en la costa colombiana y criado en medio de las brechas de la desigualdad. Desde la infancia recibió de su madre, una mujer aguerrida, la fuerza que necesitaba para crecer como un ciudadano consciente que busca y anhela una patria mejor.

Una de sus pasiones más grandes surge del medio que lo rodeaba, pues al igual que a muchos neogranadinos, no le fue fácil acostumbrarse o bajar la cabeza frente a un régimen que ha mantenido a esa nación sumergida en la violencia durante tantos años.

A medida que crecía encontró personajes trascendentales en su vida. Uno de ellos fue el sociólogo fallecido Alfredo Correa, catedrático de la Universidad Simón Bolívar y de la Universidad del Norte de Barranquilla, quien fue víctima de las balas de la política de "seguridad democrática" del gobierno de Uribe.

Esta modalidad, opera a través de una red de informantes conformada por aquellos insurgentes que son reinsertados dentro de la sociedad, a través del programa de desmovilización del gobierno. Llamados también “cooperantes a sueldo”, son la forma policial que adquiere el fascismo colombiano al hacer uso de mercenarios de la delación, aquellos que reciben dinero por cada denuncia que lleve a la captura de todo sospechoso de rebelión o "terrorismo", convirtiéndolos en enemigos del Estado.

De este modo, muchos colombianos sufren el horror de la censura que muchas veces se paga con la muerte, en el caso del profesor Correa, su desaparición física es producto del estereotipo de asesinato y liquidación de la oposición y disidencia en Colombia.

Sin embargo, sus clases traspasaron las aulas y quedaron escritas en las tablas del corazón de muchos costeños, entre ellos, Pedro Carvajalino Amaya, un joven de 26 años que se formó en una sociedad violenta y desigual, pero que lo motivó a dar una dura pelea por alcanzar la patria libre con la que sueñan nuestros hermanos neogranadinos.

Luego de trabajar con Alfredo Correa en una investigación sobre los desplazados de la costa, este joven tuvo que dejar su país, su familia, sus raíces y partir hacia un nuevo rumbo, con una mochila cargada de indignación por la muerte de su maestro y amigo, pero con la cabeza centrada en lugar que sería parte de su nueva vida: Venezuela.

Pedro es un guerrillero de la comunicación. Un defensor de los derechos humanos. Su artillería está compuesta por una cámara de video, un micrófono y las ganas de poner contra la pared a todo aquel contrarrevolucionario que pretenda abusar de los intereses del pueblo.

Uno de sus episodios más recordados ocurrió el año pasado cuando llamó palangrista a Alberto Federico Ravell, en aquel entonces director general de Globovisión, canal de televisión opositor al gobierno del presidente Hugo Chávez. Sin lugar a dudas, Carvajalino ha hecho de la provocación su especialidad y se ha convertido en un soldado más de esta guerra contra el Terrorismo Mediático de IV Generación.

Por ello, a través de la radio le alegra las mañanas a los caraqueños que encuentran en el programa Con El Pie Izquierdo una trinchera mediática, un espacio para la denuncia, para la expresión libre, para el clamor revolucionario que los medios privados tratan de silenciar en vano. Junto a sus camaradas Fausto Castillo, Jorge Amorín y Oswaldo Rivero (Cabeza de Mango) satiriza los dimes y diretes de la prensa oposicionista venezolana. Con una soltura histriónica envidiable, interpreta diversos personajes que arrancan carcajadas a la audiencia y contagia su alegría y su desparpajo a quienes llaman por teléfono para sumarse a esta forma alternativa de informar.

Una vuelta al pasado de Carvajalino

- ¿Dónde nació esa inclinación hacia el socialismo?

_Yo nací en un país donde las brechas de la desigualdad son más fuertes. Asesinan a las personas por pensar diferente. Por eso, decidí ser militante del Partido Comunista de Colombia y comenzar a luchar porque en mi tierra hubiera igualdad de condiciones para todos. Pero lamentablemente la oligarquía está posicionada y no ha permitido que nazca una comunicación alternativa y una universidad gratuita para que la nación florezca.

- ¿Por qué emigraste a Venezuela?

_Luego de la muerte del profesor Alfredo Correa, me tocó salir de Colombia. Él fue asesinado por los paramilitares y sabemos que fue un crimen de Estado, todo por hacer un libro sobre la situación de los desplazados de la costa.

Emigré a Venezuela, porque este es un país aliado del socialismo. Además, por la carga histórica que une a ambas naciones, y porque tenía algunos familiares aquí. Entonces me abrí paso a un futuro diferente, en un país donde se viviera realmente un proceso de transformación, y Venezuela fue precisamente ese lugar que me brindó hospitalidad. Yo no me veía en un país nórdico llenándome de frío y tristeza.

Cuando uno va creciendo y experimentando cosas, comienzas a descubrir que la realidad no es la que te pintan los medios de comunicación. Me di cuenta de eso cuando ingresé a la universidad y trabajé con personas como Correa, que me mostró a esa Colombia errante, con sus esfuerzos y necesidades de vivir en paz algún día.

- ¿Qué contenía el libro?

_Sus páginas registran la personalidad jurídica. Es decir, cómo a los desplazados cuando les quitan sus tierras pasan a vivir en una especie de anonimato dentro de las ciudades que los recibieron. Relata esos golpes fuertes y psicológicos de encontrarse con no tener nada, de haber perdido a tus padres en la mayoría de los casos y de haber perdido esa relación con el campo. Dejar de repente ese pasado para ubicarte en una ciudad grande y monstruosa llena de moho, porque los paramilitares te buscan y no quieren que los denuncies, o te toque prácticamente botar la cédula, cambiar tu nombre.

De Alfredo Correa aprendí la solidaridad, el concepto del intelectual orgánico, aquel que se compromete con las causas sociales. Él daba diplomados en universidades de Italia pero su humildad era tan grande que en Colombia, salía los fines de semana a buscar la manera de crear políticas públicas para resolver la situación de los desplazados, la tierra y la Reforma Agraria. Allí, es donde comienza el camino de Pedro Carvajalino. Fueron todos esos complejos multifacéticos de la realidad colombiana los que dejan en uno esa rebeldía incurable.

- ¿Cómo ha sido tu lucha en Venezuela?

_Tengo cinco años acá. Al principio no fue fácil adaptarme, pero con ese abanico de posibilidades que abre este país, uno empieza a vivir e identificarse con los ideales de esta nación, y eso se transforma en un deseo de lucha por aportarle a la Revolución Bolivariana, que es aportarle también a Colombia.

Yo empecé haciendo un curso en la Escuela Popular de Cine en Vive TV, ahí trabajé tres meses, luego se creó el proyecto Ávila TV donde se le dio la oportunidad a un montón de personas para que agarraran una cámara, un micrófono, y así empecé a conocer a más personas que tenían mi mismo sentir.

Posteriormente, salió al aire un programa llamado Caracas en Directo, un informativo donde pude participar. Después hice una serie sobre violencia en el barrio de Petare como script, y después de me adentré en el ámbito informativo con el periodismo. Más tarde, comienza a salir La Hojilla con Mario Silva, quien abrió la posibilidad de que nos conocieran más en el Área Metropolitana. Ahora tenemos planteado junto a mis compañeros de Con el Pie Izquierdo un proyecto audiovisual muy parecido a nosotros.

Desde la radio enderezando entuertos

- ¿Cómo es tu relación con la cultura?

_Hubo un momento en que la misma realidad política colombiana determinó una especie de voracidad por la lectura. El primer año en Venezuela lo pasé leyendo libros, perdido en la soledad de mi cuarto en medio de un shock post traumático por la muerte del profesor, porque estaba tratando de buscar una identidad, un norte, y la familia que no existía, el estar lejos de Colombia, en fin, fue uno de los años de mi vida que nunca olvidaré.

La lectura fue el vínculo emocional que me permitió no caer en una depresión, además me llevó a volar hacia nuevas vivencias propias y ajenas que me impactaron y ayudaron a formar mi carácter.

- ¿Cómo llegaste a Con el Pie Izquierdo?

_Este programa radial nació como una reunión de locos, que como dijo El Quijote “quiere enderezar entuertos”. En este sentido, la comunicación se convierte en una herramienta vital para tratar de desentrañar cada uno de esas conspiraciones políticas y mediáticas que suelen atentar contra la democracia de la Revolución Bolivariana y de países como Cuba, Bolivia, que forman parte de ese proyecto gran nacional llamado Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA).

Nuestro aporte principal a este proceso es precisamente el talento joven. La intención es llevar a los jóvenes a la política y a la cultura, que hacen parte del mismo sentir bolivariano. Con el Pie Izquierdo, es una polifonía de voces y visiones diferentes con un mismo rumbo. Somos cuatro chamos locos, sencillos, que formamos parte del pueblo y de ese proceso de construcción integrado pasionalmente con el ideal bolivariano.

Carvajalino, llegó a Venezuela para encontrar un norte, pero su destino ya estaba signado por las luchas sociales y reivindicativas del Poder Popular. Encontró un país incluyente con puertas abiertas que le ha permitido conquistar espacios en lo mediático y también en lo personal.
Uno de sus anhelos es graduarse de abogado para continuar en la lucha por la igualdad. Aunque por ahora está echando raíces en la patria de nuestro Libertador Simón Bolívar, no descarta la posibilidad de volver a Barranquilla algún día, y reencontrarse con su historia, redescubrirse en medio de una nación libre de anarquías, donde el pueblo pueda expresarse sin temor y los campesinos hayan recuperado sus tierras, y los desplazados vuelvan a tener lo que una vez tuvieron: un hogar.

Vídeo con Pedro Carvajalino entrevistando al ex-Director de Globovisión: http://www.youtube.com/watch?v=nq8zA6QmGSk

Fuente: http://www.ministeriodelacultura.gob.ve/index.php?option=com_content&task=view&id=8952&Itemid=192


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