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viernes, 5 de marzo de 2010

España: La Universidad que ellos quieren

Luis Arboledas Lérida
Facultad de Comunicación, Universidad de Sevilla

En la Universidad de Sevilla se está cociendo algo. Y lo mismo en las demás, pero yo sólo puedo hablar del lugar en el que estoy. Es cierto, aquí cada uno va a lo suyo y mientras tanto las esferas de poder colocadas en una posición tan elevada sobre nuestras cabezas que no las podemos ni ver, piensan en cómo pueden ir mejor las cosas (para ellos) tomando ellos en sus manos las decisiones que les corresponde a los que forman la Universidad: los estudiantes.

Al principio de curso llegó el Artículo 27 a toda la Universidad de Sevilla. Pero fue el único lugar en el que tal medida se implantó. Por aquella ley recogida en el Reglamento General de la Universidad, todo alumno que tuviese pendiente alguna asignatura de años anteriores tenía la posibilidad de matricularse en la misma más junto con todas las de su respectivo curso. La cuestión era que, de matricularte en una anterior, obligatoriamente tendrías que matricularte en todas las que hubieses dejado pendientes. Así, bien es cierto que la matriculación adquiría un carácter ordenado y coadyuvaba (tal y como se alegaba desde los Claustros y desde el Rectorado) a un mayor rendimiento del alumno ante una sistematización de los conocimientos que iba adquiriendo.

El problema devenía cuando tal medida suponía negar la libertad de matrícula que hasta el momento habíamos gozado, que ante todo, permitía a determinados sectores de estudiantes compaginar la vida estudiantil y laboral; aunque tuviese que ser de manera precaria (puesto que el hijo del trabajador tiene que trabajar para poder permitirse los gastos que la enseñanza universitaria tiene, tendrá que meteorizar sus horas de estudio a fin de poder disponer al final de sus años universitarios un título que le capacite para ser mano de obra bien formada que pasará a formar parte del sistema de producción del capital). Y para colmo, el hecho de tener que cursar las asignaturas del curso correspondiente más todas las anteriores no sólo suponía unas aulas masificadas para según qué asignaturas; sino que las cuotas de matriculación (el pago de los créditos) se elevaban de una manera desmesurada, con lo que suponía una carga económica adicional por la que tenemos el derecho a acceder a una enseñanza que nos capacitará para ser más rentables al capital en nuestros futuros puestos de trabajo.

Pero el Artículo 27 no ha sido la única medida tomada desde los altos organismos universitarios. Si bien Bolonia llegará no está aún implantado en todas las facultades (como el caso de Comunicación, que es en la que yo estudio), el camino se está allanando para su entrada triunfal y de qué manera. Lo siguiente que ha saltado de la oscuridad cavernosa de las mentes pensantes que mueven los hilos a la luz de los pasillos de las facultades ha sido el llamado Consejo Social. Nada más ni nada menos que Ana Patricia Botín, hija del presidente del banco que compró el 60% de la deuda contraída por la Universidad de Sevilla años atrás, el Banco Santander; tuvo la brillante idea de promover la constitución de diferentes "Consejos" en todas las universidades del Estado español integrados por distintos representantes de la vida pública de la sociedad que cada zona a la que corresponda dicha Universidad. Representantes de la Junta (Andalucía; en otros casos sería la Generalitat, etc.), de las Diputaciones, de los sindicatos mayoritarios (CCOO y UGT, los dos perros de presa del Gobierno zapatero frente a los trabajadores); y también de empresas. Y empresas privadas, no sólo públicas; empresas que moverán los hilos de la Universidad para poder hacer negocios con la enseñanza. Y es con todo ello que el Consejo Social, al menos en el caso de Sevilla lleva funcionando desde 2003. Lo que ocurre es que ahora hemos tenido constancia puesto que se ha dado a conocer una propuesta por la que se espera que el rector de nuestra universidad sea elegido por ese Consejo Social, no por los estudiantes como hasta el momento se venía haciendo. Si, además, el rector tendrá absoluta libertad de elegir a dedo al decano o maestro de cada Facultad o Escuela; la pírrica democracia estudiantil que se construyó sobre la base de las luchas frente a la LOU y anteriores queda en nada. Movidos por intereses particulares, ajenos a las instancias y funcionamiento de las universidades, los elementos del Consejo Social (especialmente las empresas) elegirán a un rector que atienda sus necesidades y peticiones; el cual elegirá a su vez al decano movido por "amiguismos" u otros criterios pérfidos. Y ambos serán cargos irrevocables hasta que el Consejo decida que ya no cumplen las funciones para las que fueron asignados. Aparte queda la cuestión de que, antes de que el EEES saliera a la palestra, ya el Consejo Social tenía autoría para suprimir aquellas titulaciones que no correspondieran con "las exigencias de la sociedad", es decir, con los intereses empresariales (véase el caso de Filosofía como paradigmático).

La Universidad de Sevilla, al menos en sus mejores tiempos, siempre fue uno de los referentes de actividad estudiantil frente todos aquellos ataques que minaban los derechos de los estudiantes. En el momento que escribo, quizás el pasotismo, quizás el oscurantismo disfrazado de victimismo; quizás la comodidad de las butacas que las instituciones oficiales ofrecieron a determinados grupúsculos de estudiantes que dicen representarnos, quizás todo eso y más ha permitido que cunda la desidia entre el estudiantado; el hastío. Los antiguos líderes del movimiento Anti-bolonia hoy están cómodamente sentados en las Juntas de Facultad o en el Consejo de Alumnos de la Universidad de Sevilla (CADUS); moviéndose en su elemento natural: la burocracia. Y es por ello que nada hacen por mover a la gente para luchar contra las medidas que quieren minar y virtualizar sus derechos. Ni tan siquiera se molestan ya en informar como deberían de lo que está pasando. Prefieren optar por dejar las cosas discurrir, a la espera de que todo se solucione en las mesas de negociación con profesores y representantes de la Universidad en general; es decir, la negociación con aquellas mentes pensantes de las que parten en muchos casos aquellas medidas que van contra el estudiante. Todos aquellos que debieran estar fomentando la actividad de lucha simplemente optan por dejar esa cuestión en un segundo plano, como si la calle no fuera el único sitio donde las victorias se logran.

Pero si mi visión particular de la realidad del movimiento estudiantil puede ser concebida como excesivamente "extremista", simplemente tomaré como muestra un botón: allá por noviembre, tuvimos la primera Asamblea General de la US, en la que 1500 personas se reunieron para decidir qué hacer, cuando aún el movimiento contra el Art. 27 estaba en pleno ascenso y la gente se mostraba receptiva a los cantos de sirena de los que quieren subyugarnos a su dirección. Pues bien, aquella potencial movilización sirvió para llegar a la conclusión de que había que seguir movilizándose; y ese "seguir movilizándose" tuvo un recorrido de una semana, hasta el día en el que en torno a cientocincuenta-doscientas personas se congregaron para ejercer presión en la reunión de los delegados con el rector de la US. Y a partir de ahí, la nada más absoluta. La gente perdió la fe porque no se había logrado un paso adelante firme, porque nada se sabía y nadie se preocupaba en informar. Con ello, el CADUS (un paradigma de burocratización donde los haya) se perdió en debates fútiles sobre el qué hacer. Y llegaron encuestas que no sirvieron porque fueron echadas hacia atrás por gentes de ese organismo que no las consideraban ‘objetivas'. Y llegaron debates absurdos sobre cuestiones relativamente poco trascendentes. Y una nueva Asamblea en la Facultad de Comunicación en la que se trataron las cosas mal y de pasada; pero que, como dice la Delegación: "al menos se hizo" (la perfidia de la dirección).

La alternativa que se planteó ante todo esto fue crear un "sindicato estudiantil", MAE-Acción Estudiantil (nombre provisional); sindicato sustentando sobre las bases de unos Grupos de Trabajo colaboracionistas con el susodicho CADUS así como con las Delegaciones, "nuestros representantes" elitistas y sectarios que prefieren no informar con la excusa de que "a la gente no le interesa". Con ello, el nuevo "sindicato" se construye sobre una artificialidad pura y dura; bajo el yugo del "delegacionismo" (y nunca mejor dicho) y la total incapacidad de los GdT de hacer algo y hacerlo bien. ¿Qué duda cabe de que MAE caerá por su propio peso? Pretende recoger lo mejor de las luchas Anti-Bolonia, al tiempo que intenta articular un espacio de debate para los nuevos que llegamos; pero ni lo uno ni lo otro: si los miembros de Delegación participan en los GdT, si los GdT son la base del MAE; y a su vez los GdT son propiedad encubierta de las Delegaciones...¿quién puede esperar que haya lucha? Sectores desclasados del movimiento estudiantil, quemados por los fracasos anteriores (fruto, en gran parte, de su nefasta dirección) afirman que el MAE era el paso a dar, la necesidad imperante en estos momentos.

Pero somos otros sectores estudiantiles los que decimos: NO. NO al delegacionismo. NO al oscurantismo. NO a la falta de información del estudiante. NO al sectarismo. NO al elitismo. NO a Asambleas despobladas porque la gente ya ha abandonado la lucha ante las derrotas que otros infligieron con su nefasto liderazgo. Y ese NO es el que ahora pronunciamos, no sólo con palabra; sino también con hechos. Un minúsculo sector de los estudiantes de la Facultad de Comunicación buscan luchar contra las direcciones podridas, contra el sectarismo elitista; contra la falta de actividad. Y somos pocos, pero ruidosos y con ganas de luchar. De pelear por nuestra Universidad; puesto que somos estudiantes y, por ende, afectados por el Consejo Social o el Art. 27 como los que más. Y es por ello que nos ponemos en acción; creando crispación y debate en torno a los sucesos recientes. Nuestro programa está definido y se articula en base a la necesidad de levantar a los estudiantes para exigir que existan movilizaciones y que los representantes se muevan y hagan mover a los demás. Estamos dando los primeros pasos y hemos comenzado a articular las formas y el método. Pero ahí no debemos quedarnos, hemos de ir más allá; porque Sevilla es una, pero el ataque al estudiante (y futuro trabajador) se da en todos sitios. Es por ello que lanzo a la red este artículo, fruto de la necesidad de buscar apoyos en otros lugares y articular conjuntamente actuaciones con otras universidades azotadas por los mismos problemas.

Ahora más que nunca, nosotros hemos comprendido la necesidad de actuar por nosotros mismos, de no depender jamás de los que quieren tomar en sus manos los que a todos nos corresponde. Y tanto da que sea en el movimiento estudiantil como obrero; las direcciones acaban cayendo en círculos viciosos contraproducentes respecto al objetivo último de su actuación y respecto a los que dicen representar. Unos cuantos alumnos de la US hemos tomado consabida cuenta de lo que la historia reciente nos ha enseñado. Ahora necesitamos enseñar esa lección al resto de estudiantes; especialmente a los más activos pero a la vez congraciados con aquellos que ya no les guían por el camino de la lucha y los derechos estudiantiles. Ahora es momento de actuar, y necesitamos todos los apoyos posibles:

luchaestUS@hotmail.com

Contacta con nosotros si estás interesado en saber más; así como para contarnos las experiencias en tu facultad. Contacta con nosotros si estás interesado en actuar.

¡Ahora sí, ahora va a llegar: LA LUCHA A LA UNIVERSIDAD!

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