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martes, 14 de abril de 2009

Tiene que nacer la universidad de nuevo tipo


Abraham Carrillo Militante del PSUV

En el marco de la materialización de una de las fases vitales de la Misión Alma Mater, como ha sido, La transformación a Politécnicos Universitarios Públicos buena parte de nuestros Institutos Tecnológicos y Colegios Universitarios, La creación de los Programas Nacionales de Formación (P.N.F), y por otra parte, La incorporación de la Ley Orgánica de Educación (L.O.E) en la agenda parlamentaria del año 2009, donde definitivamente se deben crear las bases legales que sirvan de soporte en la transformación del modelo educativo nacional (tanto a nivel primario como superior), son políticas que asoman voluntad en la creación de un sistema de educación que responda a las exigencias e inquietudes de las mayorías. En el presente artículo me centraré un poco en el tema de las universidades y su papel en estos tiempos de cambios necesarios.

La misión de la Universidad Venezolana y en America Latina, asume una connotación de carácter nacional que debe inevitablemente ligarse a los proyectos de cambio de las estructuras económicas, sociales, culturales y políticas. Seria la naturaleza, la función social de la Universidad que se monta en relación dialéctica con alternativas de superación, de quiebre con lo establecido, que la sociedad plantea en un momento determinado.

America Latina a pesar de los procesos políticos de transformación profunda que se vienen llevando a cabo tanto en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y otros países, en diferentes ritmos y límites, se sitúa como zona subordinada (a excepción de Cuba Socialista), al igual que Asia y África, que en su devenir histórico ha experimentado el impacto de las potencias coloniales primero e imperialistas después. La dominación externa, de manera general, ha sido pues el factor motor de su evolución y retraso.

El marco interno de la región se expresa en el predominio del modo de producción capitalista que ligado al desarrollo del capitalismo mundial asigna a la región un papel de periferia. Hemos sido condenados a exportar materias primas y alimentos y a importar manufacturas, insumos y tecnología. Bajo ese parámetro, toda la actividad de la región se ha desenvuelto generando una deformación estructural de toda la sociedad. Es así como el proceso de industrialización, nacido bajo la penetración del capital foráneo a nuestros pueblos asume perfiles o áreas específicas. Como expresa Vania Bambirra: “La base material y el sentido hacia el cual se orienta la industrialización en America Latina son, desde entonces, fundamentalmente dados por el capitalismo extranjero; y si bien esto se realiza a partir de las condiciones existentes, o sea un mercado interno ya relativamente estructurado, dicho capital lo reorienta en función de las nuevas pautas de consumo que el sistema le permite desarrollar”*

La falta de una industrialización autónoma de nuestros países ha determinado la existencia de una estratificación social rígida y oligárquica. Los sectores empresariales nacionales, se han transformado en simples intermediarios entre el comercio de exportación y los mercados internos, parasitarios. Los capitales extranjeros son los que mantienen y reproducen este modelo dependiente en nuestros pueblos, orientando sus inversiones en los sectores más dinámicos y estratégicos del continente. Los recursos naturales, la industria pesada, la industria de transformación de alimentos, los servicios y el comercio exterior forman las áreas en que operan las empresas trasnacionales, que prácticamente se han convertido en un verdadero poder dentro de los estados nacionales.

El más simple examen de la Universidad en el contexto antes descrito, nos señala que en el marco de la dependencia cultural nuestras instituciones de educación superior tienen un defecto esencial, más que una ventana hacia el mundo, son un enclave, una base cultural de la cual se nos transfiere todo lo que los países centrales entienden por Ciencia, Tecnología y Cultura, y a través de ella su tipo de industrialización y de economía, sus valores frente al consumo, el trabajo y la sociedad. Este papel lo ha cumplido penosamente a cabalidad las universidades autónomas en Venezuela.

Ante este cuadro, la creación de una Universidad Comprometida es impostergable, el conjunto de políticas que impulsa el Gobierno Bolivariano en este sentido acepta que la relación sociedad-universidad es dialéctica, por lo tanto el sistema de educación superior debe estar en función a los planes de desarrollo nacional (Plan Nacional Simón Bolívar 2007 – 2013). La Universidad debe estar comprometida al proyecto nacional que enfatice la independencia y soberanía nacional.

Nuestras nacientes universidades tienen el reto de sustentar un nivel de actividad científica capaz de proveer la infraestructura necesaria para que nuestro pueblo pueda absorber, adaptar y crear las técnicas productivas continuamente renovadas, de cuyo empleo depende la independencia económica de la sociedad regional y cuya accesibilidad refleja el componente más valioso de la soberanía: la independencia cultural; por ende la formación de profesionales de diversos niveles y especialidades, aplicadores de ciencia y tecnología que nuestro pueblo requiere.

* Bambirra, Vania, El capitalismo dependiente latinoamericano. Siglo XXI, México, 1974, p. 3.

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